miércoles, 30 de enero de 2013

La fiel historia del beso

Elena, que con su pelo bailaba entre los clientes del bar, disfrutaba de las horas como hoja de otoño sobrevolando las aceras, tropezándose con zapatos. Elena, la que no sabe estar seria ni cuando realmente quiere estarlo, ella que no se espera nada de nadie, porque nadie supo hacerle esperar algo. La que a la una de la madrugada agita su blusa blanca, medio transparente, medio se te ve la carne, Elena. Su melena castaña que juega a golpearse con la boca, que aun sigue sonriendo mientras canta una canción de Sabina y " La guerra que se acerca estallará mañana lunes por la tarde y tú en el cine sin saber quién es el malo, mientras que la ciudad se llena de árboles que arden y el cielo aprende a envejecer. Y sal de ahí a defender el pan y la alegría. Y sal de ahí para que sepan que esta boca es mía".

Elena, que te miran mientras se secan los vasos.



Y  ponme una, camarero, que hoy celebro saberme todas las canciones de este lugar. Y tómatela conmigo, celébrame tú también. 
Elena que se sorprende de estar flotando, que cierra los ojos y consigue estar atenta. Luca, que se abre paso en este relato y me guiña un ojo, agradecido. Ella baila entre rincones sin gente, él le baila el agua con la mirada. Esos tobillos. Ay Elena...
Que se cierra el bar. Que te espero fuera, Luca. Que te quiero, Elena. Y como dos niños, que se pierden en un sueño de madrugada, recién amantes, almas recién graduadas, se cogen de la mano y se comienzan a mirar.
¿Qué hará ella ahí, deseosa de eso que tanto ve en la vida? ¿Qué esperas, Luca, tú que no crees en los tobillos dulces?
Sin respuestas, a dos respiraciones entrecortadas, Elena besa. Él se funde. 
Se conectan durante un tiempo moldeable. Se aprietan para que el mundo no les separe. 

Pero el mundo lo consigue pacíficamente.

Unas noches más tarde, Elena, que tienes la misma sonrisa de hace días, bailas con la luna llena, porque se acaban los días del mes y tú sigues en él. Pero entonces escuchas a lo lejos, a tu padre en los tiempos libres, Sabina te canta "Acuérdate de mi cuando me olvides. Que allí donde no estés, iré a buscarte, siguiendo el rastro que en el cielo escriben las nubes que no van a ninguna parte. Acuérdate de mi en tus plegarias y búscame con los ojos cerrados entre la muchedumbre solitaria. Yo tampoco te quiero demasiado." 

Será el destino, será el licor, será que se pierde de nuevo con su olor, pero esta noche ella vuelve contigo, corazón. 























jueves, 24 de enero de 2013

No sé la respuesta.



¿Qué es de esta vida sin las conquistas que nuestro corazón alberga en la puerta de alguna casa de acogidas? ¿qué es de esta vida sin los charcos matutinos que nos enfrían los pies mientras maldecimos al cielo? ¿qué es de esta vida sin las heridas que nos alcanzan como estrellas fugaces? ¿de esa boca improbable e inquieta? ¿sin las manos de una madre quitándonos las lágrimas del alma? ¿de la resistencia que tenemos bajo tierra cuando nos dicen que no han querido así a nadie? ¿de una piel petrificada por la ignorancia incesante que nos despierta cada día? 
¿Qué hay de las copas con los amigos? ¿de los jueves disfrazados de viernes? ¿de una noche entre unas sábanas que no son las tuyas? ¿de saltarse las reglas que miden tu risa? ¿de la cereza que se nos escapa de la boca? ¿del segundo en el que os conocisteis? ¿de la paciencia que tuviste que tener para olvidarle? ¿qué hay de malo en todo lo bueno? ¿qué hay de mis textos y tu marca páginas?
¿Cómo hemos llegado a este punto sin haberlo esbozado primero? ¿cómo saber si es la manta perfecta para calentarnos juntos? ¿cómo añoras algo que tienes al lado? ¿cómo abrir los ojos para decir adiós? ¿cómo calmar la sed que provocan unos labios en navidad? ¿Cómo saltar en la cama de tus padres sin que lo sepan? ¿cómo hacerse mayor en esta infancia mundial? ¿cómo tomarnos en serio, cuando no somos más que especias en el aire?
¿Dónde poder disfrutaros después de unos cuantos susurros? ¿dónde perder el zapato de cristal? ¿dónde aguardar las llamadas de última hora? ¿la tenacidad de una vela para apagarse? ¿las legañas de una noche de insomnio? 

¿Qué es lo que he hecho contigo, corazón? que me faltas aquí, entre tanta vida sin respuesta. 



domingo, 13 de enero de 2013

Nulla è per sempre

Relamiendo los recuerdos, que me esposan a la cama - y con qué fuerza lo hacen.- sobrevuelo el cielo azul que nos resguardaba contemplativamente, de la suave tez de tu rostro frente al mio. De la extraña manera que tenía el viento de descifrar los nudos de tu pelo, que como bailarines de ballet, danzaban ligeros sobre mi alma.  Y me aferraba a tu respiración entrecortada, agresiva y sumisa cada vez que algo nos hacía exhalar las notas de esa tierna partitura que ambos conservábamos cada día entre paños de oro, porque era nuestra canción de cuna con la que mecer los minutos de una mañana que se convertiría en noche en tan solo dos suspiros. 
Cuando caía el Sol por el recoveco de tu cuello, exponiendo los últimos rayos sobre la infancia de tus ojos, - entonces, y sólo entonces - absorbía todo tu anhelo. Abordaba cada beso húmedo como si fuera la medicación que todo médico receta.  Me hacías heroína del mundo.
 

Me despierto retorciéndome entre sollozos y siento oír:

 No quise retenerla, ¿de qué hubiera servido
deshacer las maletas del olvido?
Pero no sé qué diera por tenerla ahora mismo 
mirando por encima de mi hombro lo que escribo. 
Le di mis noches y mi pan, mi angustia, mi risa, 
a cambio de sus besos y su prisa; 
con ella descubrí que hay amores eternos
que duran lo que dura un corto invierno.

Antes que la carcoma de la vida cotidiana
acabara durmiendo en nuestra cama,
pagana y arbitraria como un lunes sin clase
se fue de madrugada, no quiso ser de nadie.


La canción de Sabina se vuelve eco y como cada mañana, se disuelve con la sal de una lágrima que endulza tu recuerdo.








sábado, 5 de enero de 2013

After Afterall.

Estas
mañanas
sin aliento, 
que obligan 
a respirarnos
una y otra vez,
son las culpables
de las largas horas
que tú y yo solíamos 
tener observando el Sol
que nos enfriaba después 
de habernos querido un poco.

En estas tardes con risas amplificadas
desde la cocina de alguna casa,
donde nos dibujamos vidas
sin delantales y manchas,
nos miran con celos
los tenedores,
locos por
pinchar
me/
te.
.
.
.
.
.
es que,
a veces se
escurren las 
lágrimas de los
ojos cuando pienso
que es más fácil decir
las cosas con la mirada
que con las palabras
que me robas a
 besos.