domingo, 23 de diciembre de 2012

Quizá el frío que tú tienes conmigo.

Y es que te veo ahí afuera, divisándome ya antes incluso de que yo haya salido de ese maldito antro donde paso los minutos de este corazón al que no acompañas, clavando tu pelo castaño claro y revuelto por un viento y unas manos, en mis ojos, que deseo eches de menos cada noche en tu cama. Y es que te veo tan quieto que me pienso el echo de salir por la puerta o volver a mis pasos y quedarme en un rincón del antro con el corazón en la mano, palpitando tembloroso y excitado. Pero salgo y te veo en tres dimensiones. Te veo tan perro olvidado en mi espalda el día que te acercaste para olerme y cerrar los ojos. Te veo tan sublime como el día en que se te escaparon por la boca y el alma, las palabras que rasgan la garganta y me alimentan. Te veo tan primer día como última noche del año. Y me acuerdo de ti y de lo que era hablar contigo a la vez que volaba por encima del mundo.
Es que dejar de escuchar tu mundo, paró el mio. Nada siguió su curso, porque siempre estabas tú mirando desde afuera, limitándote a robarme el aliento cada vez que veía una letra, la calle, las escaleras, el atajo, una cocina que no era la nuestra y ese miedo que me seguía gobernando.
Y sé la importancia que te doy y todo lo que ocupaste en mi, porque hago de cada movimiento tuyo una historia y un recuerdo, guardado, como siempre, en la caja fuerte de tu voz.

lunes, 10 de diciembre de 2012

Ey nene


Sabes que no soy buena. Sabes que podría arañarte la vida si me sacas de quicio. Que conmigo no habrá alegrías cuando te despiertes, porque para entonces, me habré ido.
Lo sabes bien, con el paso de los años me hago más yo y es algo que no soportas.
Pero tienes hambre. Un hambre exquisito que pocas pieles te sacian. Y es que a menudo te aprieta la necesidad cuando te señalo el corazón con un cuchillo en la mano.
Tienes la lección tan aprendida, que no me quieres como profesora teórica, así que sueles lanzarte por si acaso me escapo otras dos semanas lejos de ti y de tu boca.
Prefieres pensar que pienso en ti con tu misma manera de pensarme y casi siempre te dejas tendidas las verdades en la cuerda de las mentiras. Sueles olvidarte de mis reglas, de mi manera de querer un cuerpo. De amar una mente. Sabes que te estás confundiendo cuando te acercas con un ramo de añoranzas y sueños en los que me dibujas sonriente y feliz. Pero te rompes tan fácilmente en piezas de porcelana fina cuando, en una tarde de flojera, me recuesto sobre tu cama y admito que necesito olvidarme del mundo...




"Pero honey, yo no estoy hilada con cuentos de hadas y amores de verdad."
"Entre tus pies y los míos, tiene que existir la misma distancia paralela que existe entre el agua y el aceite."
"No quiero caricias que me despierten en mitad de una noche, ni velas en el baño."


"Cielo, que yo no soy así."







jueves, 29 de noviembre de 2012

Halo.

Es este frío con la tez tan oscura y el alma tan bastarda como para hacerme recordar presencias ausentes en mi.
Y es que esta intensidad torrencial me ablanda el pecho y lo vuelve maleable. Se me clavan las palabras no dichas a la vuelta de las esquinas donde solías estar y huelo incesantemente perfumes arrastrados por olas de tormenta, tan amoldados a ti, que confío en que sea el tuyo. 
El invierno me llora, empapado en cubos de lágrimas. Y es que nada es fácil en esta época.
Los árboles se vuelven tan rígidos como mis siete sentidos, devolviéndome a la realidad de echar de menos una vez más. 
Que es tan dulce el aroma de los copos de nieve como amargas las horas en las que no siento el Sol.
 Un punzante dolor el que encierra mi estómago oyéndote sutilmente debajo de una lluvia de estrellas en cualquier noche que pudo haber sido nuestra. Dolor por no ser perfecto. Por haber dejado de ser lo mismo para ti. Dolor en su soledad. Dolor del que huele. Dolor del que ahoga. Dolor del bueno, del artesanal, del de toda la vida.

Aquí me veis. Con una copa en la mano, brindando por lo que nos fue dado, y lo que nos quitamos de las manos comos hienas hambrientas. Aquí estoy. Demasiado témpano al contraste de un tiempo atrás, donde cualquier palabra salida de su boca, hervía en mi sangre como alma en convulsión.

Y es que este periodo me apuñala.
Este periodo tiene cierta hambre que solo los que lo han vivido, saben alimentar. 


jueves, 22 de noviembre de 2012

Mirarte cuando no te veo.


No puedo desdeñarte más tiempo del que me aporta la vida. Y es que me gustaría que comprendieras cuánto de ti queda en mí de este último naufragio. 
Digo último, porque desde que nos hundimos, no he vuelto a encontrar tripulantes tan valientes como los que teníamos abordo. 
Hoy recuerdo cuál fue la felicidad plena e incandescente que nos alumbraba cada día. Y es que éramos dos gatos en pleno anochecer, recorriendo sutilmente cualquier camarote maloliente, donde nos empeñábamos en encontrar nuestro consuelo nostálgico de calor y suavidad. 
Podía pensarte sin miedo a salir nadando en marea alta con bandera roja porque, digamos, eras algo más que un auxilio a ratos. Brindándome con tus dientes pulidos como esmeraldas, una de las curvaturas de tu boca, que radiante y tierna, me adormecía en mis sábanas.
Allí estuviste tú, cediéndome la manta de las frías mañanas. Y te reías por mis congeladas pestañas, mientras yo, aun con la escarcha en el alma, me dejaba querer. 
Me gustaba ser una más de tu tropa de marineros, y es que decías que el gorro resaltaba mis ojos, a la vez que me colocabas el mechón de pelo que ocultaba mi mejilla derecha, detrás de la oreja. Me gustaba estar en ese barco aunque cada mañana me levantase diciendo que quería bajarme. Porque sabía cómo acabaría el viaje. 


Iceberg.


















jueves, 15 de noviembre de 2012

I'm gonna get every time you spank the night

Vamos allá. Una vez más.





Esta gotita que me está volviendo loca se pasea sinuosamente por los recodos de tu boca. Merodea, ronronea, que sí, que no. Desciendes y desciendes como alma de alcohol incendiada en deseo. Óyeme, loca. Déjalo ya.

  Ese dedo índice que me enciende cuando señala la pierna entrecruzada que finge seguir en mi cuerpo sobre la butaca de un cuero tan cuero como tu piel. Que deje algo de piedad para este viejo bar donde nos engullen las horas, que deje en pie la barra que me juntará con tu Carpe Diem. Ven, gotita, ven.
Milímetro a milímetro me cierra las puertas del cielo mi ángel negro, con la cordura maniatada y desbordantes objetos de palpable tensión, con esa mirada grande y latente cerca de este cuello, huérfano de besos y noches encarnizadas entre tus botones de la camisa y mis tres pliegues.
Con estas ganas y este sin saber estar, recorro de arriba a la derecha, los alcoholes de esta perdición de olores, donde ganan como mejor disfraz del lugar, tu lujuria y mis otros seis pecados capitales. Pero sabes bien, canalla arrogante, que la medalla de oro te saldrá cara. Que hay dos ojos que trabajan a jornada completa, con alquiler incluido y cama doble, acostumbrados a huir de los ganadores de campeonatos, como tú.
Aunque estos ojos, a veces, piden asuntos propios.

Vamos allá, gotita. Una vez más.



domingo, 11 de noviembre de 2012

Tan nosotros.

Procurar mantenernos on fire.




Continuamos cambiando.
Y tú tan Sol y yo tan granizo.


Saltamos de un continente a otro en cuestión de segundos y me desnudas del mundo sin pretensiones ni complejos. 


Continuamos registrando.
Y yo tan recta y tú tan circunferencia.




Nos encontramos en los espejos de Asia y me llevas de la mano al mercado de Marraquetch para comerme los trozos de piel que tengo tostados. 


Continuamos esporádicos.
Y tú tan corazón y yo tan espina. 


Resbalando en las piedras del Tibet como niños que tropiezan por primera vez, para luego curarnos en el recoveco oscuro de la pared compartida entre nuestras ansias.


Continuamos esta víspera.
Y yo tan sábana y tú tan usado.



Y tú tan encrucijada y yo tan paloma.
Y yo tan embriagada y tú tan perfume.
Y tú tan animal y yo tan sirena.

Y ésto que nos pasa a ti y a mi por lo blanco de los ojos advirtiéndonos que nos anudemos al viaje.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Continúame la risa

A veces me canso del juego incierto
 de cansarme de tus manías, 
y de tanto cansarme, 
y de tanto jugar, 

las llevo conmigo cada día.

A veces imploro soledad 
mientras bailo a la agonía,
 y de tanto bailar, 
y de tanto agonizar, 

prefiero pensarte bebida.


A veces me aferro a esa canción 
que antes me dormía, 
y de tanto cantar,
 y de tanto soñar,

me levanto en carne viva.


A veces te sostengo en una mano
a ti y a tu sintonía, 
y de tanto sostener
y de tanto sintonizar


me siento tu niña querida.


A veces te anhelo 
como no muchos otros días, 
y no es que eligiera así mi alegría
y no es que la mejor forma sea sintiéndome herida


es que a veces,
 no me encuentro si no es con el roce de tu vida.












miércoles, 24 de octubre de 2012

Ellas lo saben mejor

Me hubiera gustado que pudieseis haber visto la vida desde este banco en el que suelo estar sentada.
No es que sea un gran banco, no tiene todas las comodidades del mundo. Algunas mañanas hace demasiado frío, y las noches suelen ser muy solitarias. Pero siempre me sorprendo cada atardecer, cuando, tras un gran día de espera, oteo las tonalidades que va cogiendo el cielo de esos ojos. Cómo es capaz de apagarse ante mi atenta mirada. Cómo degrada cada instante de mis horas, convirtiéndolo en una nueva gama de colores que difícilmente seré capaz de olvidar.
Os digo que este banco es bueno.
Por aquí han pasado muchos destinos. Los vuestros, los de ellos y los míos siempre han estado extrañamente enlazados, como una familia de la que no conocías existencia, y que con cada alma, sabes que sería el perfecto hermano, prima, abuelo o madre.
Os digo que me ha brindado buenos momentos con multitud de rostros.
Desde aquí he os he visto crecer, enamoraros, pelear, llorar, ser felices, reír y hablar. Y no pude pedir nada más, porque llenasteis mis días de orgullo y entrañables recuerdos.
Y en cada grieta que el banco ha cobrado por el tiempo, he tenido la opción de sentirme arropada por alguna de estas personas. Cuando mi mente flaqueaba, y se preguntaba si era lógico seguir viendo la vida desde un punto tan alejado de la compañía, alguien me sujetaba la mano y me recordaba que este era el aura que inundaba mi presencia en el mundo. Que ese banco era mío, que no lo cambiara por nada.
Así seguí el consejo.
Sigo en el banco que vio hacerme lo que hoy soy y que os ha compartido de la misma manera que yo os comparto a vosotros.
No tengo dudas cuando digo que son pocas las oportunidades que tengo de que se sienten aquí más presencias como las vuestras.
El banco os lo agradecerá siempre.
Y yo, eternamente fiel, a sus ideas.












lunes, 22 de octubre de 2012

Y sin más, dejas de ser tú.

Después de reinventarme, de crearme una y otra vez cada día con un lápiz sin afilar, de verme distinta en las sombras, de descubrirme tan pulida como nunca, después de eso, después, consigo coordinar mi mente y comienzo a entender porqué existo de nuevo en cada despertar. Fuisteis vosotros los que me obligasteis.

Vosotros, pellejos con vida y arrugas, vosotros que complementáis mis ganas de estudiaros y olvidaros. Me fatigasteis el aliento. Me cortasteis las alas cuando más alto estaba volando. Vosotros. Tristes resultados de una historia. Largas tramas de suspense con café y tequilas. Vosotros que me disteis serenidad para luego empuñar la daga que desguazaría mi pecho. Espero que llevéis fervientemente calcado en los ojos, la marca que necesité poneros. Porque no hay daño que se tenga el valor de escribir, ni fracaso digno de escuchar como el que todo este tiempo he sentido a mi espalda. Porque os llevo encima, para bien o para mal.
Cada uno con su cual.

A tí te llevo por esa manera de quererme a tu manera.
Por las ilusiones que plantaste en mi tierra. Las dificultades mezcladas con ganas de solucionar. Por tu sonrisa y tus eternos abrazos. Por ese frío que se me olvidaba cuando te sentía próximo. Por las noches a oscuras y los días a escondidas. Por una risa peculiar. Por unas mejillas sonrojadas. Por tu mirada cuando me alejaba. Por cómo tú te fuiste. Avergonzado de actuar según soplaba ese día el viento. De no esperar respuestas aun sabiendas de que te las daría sin trabas. Te llevo aquí por perderme en tu camino.

A tí te llevo por quererme sin quererlo.
Por toda la intensidad con la que viví dentro. Por la manera de conocernos. Por ese día clave. Por las mañanas en silencio. La curiosidad que mató al gato y me mantuvo a su lado. Por ser una de mis grandes promesas. Por saberte sin pretender que fueras mío. Por saberme sin quererlo en semejante ternura. Por rozarme la vida con hojas de plata, ahuecando todas las salas de mis pulmones para dejarte entrar como viento de primavera. Por no llegar a hacerlo. Quedándote a tres pasos de cogerme la mano. Por compromiso. Por sacos ya llenos. Por lo que pudo y no fue. Por lo que sabrás siempre en tu interior. Lo que sé. Todo lo que nos quedaba por luchar. Te llevo aquí por no haberte ido nunca del todo.


Y vosotros.
Los que aun no habéis cruzado esta frontera.
Os cambio un minuto de mi vida por mil rompecabezas más.























domingo, 21 de octubre de 2012

Si fuera lo último que pensase

http://www.youtube.com/watch?v=VTIN80XGICA&feature=related

Puede que los momentos más bonitos de una vida se midan por los instantes sin importancia.
Como observar el movimiento de una cortina blanca untando de tenues sombras tu cuerpo en la cama.
Como la sobriedad que me transmite el sonido del viento cuando me asomo al mundo.
Como una mirada cautiva entre una multitud de almas.
Como una mano fría rozando mi pierna una tarde de verano.
Como la magdalena vergonzosa y solitaria que nos pide a ti y a mí que la comamos alguna mañana.
Como la cucharada de una sonrisa en un momento sin conversación entre dos bocas.
Como una melodía que te acompañará toda la vida por ser la que un día te abrió el corazón para atreverse a vivir en él.
Como los ojos que se cierran en las noches de diálogos largos compartiendo sábanas.
Como el beso de buenos días de una madre a su hijo. Cargando en la espalda todo su significado.
Como un recuerdo vivo que te cosquillea el cuello, dibujante de minutos dulces.
Como quitarme la ropa sin dejar de clavarme sus ojos en mi rostro. Atentos y sabios del futuro.
Como alimentarme de cenas llenas de cigarros y copas brillantes de granate vino.
Como una calle repleta de aromas llenos de vidas que conocemos.
Como la hora que cada día te aprecia más, hasta llegar a echarte de menos.
Como los diminutos gestos que conoces de su cara, y que desnudan todo su mundo lentamente.
Como recibir una caricia en la espalda sin previo aviso.
Como soñar con algo espléndido y despertar sintiendo que aún está latente.
Como abrazar a un desconocido y saberte como su futura pieza fundamental.
Como la risa de un bebé, pensándolo como atronador, y sintiéndolo precioso.

Como el hueco de un sonido incrustado en el pecho desde hace años, y la ocupación que llega a tener el tono al oírlo de nuevo.

martes, 16 de octubre de 2012

Que nos perdone Dios mañana


http://www.youtube.com/watch?v=Bomv-6CJSfM


Es esta presión la que me va a estallar ahogándome los labios llenos de tensión al acercarte. Es este sabor a locura grabado en la saliva, que compartida con la tuya, es triple y compartida con el aire, cero. Es estas ganas de nada adornadas con noches de extensiones entre nosotros, mientras me sujetas entre las burbujas de una copa para brindar por mí y tus ansias. Es esta forma de llenarme la vida de susurros en la oscuridad de un armario, en la pacífica mañana de tus sábanas, en el hielo que derrite tu mirada. Es esa tregua que me das cuando desapareces a mi espalda, para luego adueñarte de mi estómago cuando reapareces besándome a arañazos mi hombro. Es ésto.
Ésto que a momentos añoro repetir y en otros tantos, anhelo olvidar. Es esta enfermedad recetada a base de calmantes. Ésta tos de necesitarte una y otra no, cada tres segundos. Es la capacidad que requiero para disipar tus dudas enredadas en mi pelo, atentando contra mis principios.

Es esta fuerza que me impulsa a comerme el mundo mientras te meriendo a cucharadas.



sábado, 6 de octubre de 2012

Nada nos puede tocar

Qué inmensos sois.

Los que vivís con sueños en obras, construyéndolos en lugar de imaginarlos.
Los que se ríen de lo que al resto del mundo les hace llorar.
A vosotros. Qué espléndidos.
Los canallas duros, en la época de la revolución. No os conformáis. Vuestras propio vocabulario de la vida. Los ojos que miran caminos a medio crear cuando ya todo está creado.
A vosotros. Que os eleváis como el viento.
La valentía que os describe. Las formas. Las palabras que dan ejemplo. El bendito cielo que veo en esos ojos visionarios.
A vosotros. Qué agallas.
Me rompéis en dos cuando os encuentro. Cuando doy con uno de vosotros. Qué nerviosismo. Sois quienes están invitados a este baile de salón, donde cambiareis toda mi vida. Vosotros los que no coméis del mismo alpiste que el resto. Vosotros. Tierna infancia inteligente. Luchadores de una idea. Amantes de la vida, que cada noche se cuelan por mi ventana para recitarme un día distinto a todos los demás. Vosotros. Que os infiltráis en las vidas que no pretendíais abordar. Vosotros.
Vosotros que me mostrasteis la vida eterna.
Vosotros rostros curtidos.
Vosotros, mi libertad.


martes, 2 de octubre de 2012

Perchè mi manca il fiato

Hace un par de días, quizá un par de semanas, o tal vez unos cuantos años, fui esclava de esa ebullición que a los mortales más mortales de la Tierra, nos endulza el alma. 
Calmada y tierna mirada la que me encontré una noche. Mirada limpia e infinita. Llena de amistades. De un amor. De miedo a perder de nuevo. 


Lo vi en sus ojos. 

Y dos segundos más tarde, el azar quiso que se me grabara en la memoria. Quiso que te retuviera cerca. Escribiéndote novelas. Relatándote fechorías. Compartiendo vida. Pensándote por las mañanas. Extrañándote un rato.

Lo vi en su nariz.

Y tres segundos más tarde, oteando su esqueleto, llegué al lugar desde donde venía. Desde donde se perdía a instantes en mi juego hablado. Comencé a disipar su tenue brillo. 

Lo vi en su boca.

Y cuatro segundos más tarde sólo oía su risa. Su cuerpo apoyado en el tiempo y en la curiosidad. De nuevo un destello, de su mano sobre mi hombro. De mi ebriedad ante ese rincón de inspección. 

Ese día lo vi.

Y a menudo se pasea por delante de mi casa para entonar un "ey, no me olvides". A lo que yo siempre contesto "es más fácil que olvide mi nombre"





viernes, 14 de septiembre de 2012

Más vale pájaro en mano, que a tí revoloteando cerca.

Me lo has vuelto a hacer. 
Te colaste mientras mis párpados se resistían a tu pelo. Me ataste de pies y manos. Y tu figura bailaba rápidamente por todos los pasillos de mi mente. Te quedaste en el cuarto de invitados. Deshiciste la cama. Fuiste cogiendo forma. Yo grité. Pero no fue suficiente. 
Me robaste la noche y dejaste escapar todas las estrellas fugaces que guardaba en el baúl. Lo has vuelto a hacer. Tengo una cadena perpetua con tu olor. Ambos lo sabemos. Lo utilizas. Decidiste, en uno de tus impulsos, llenarme de nostalgia. Una nostalgia que tardé en perder y que de nuevo has encontrado en lo más profundo de mi. Te odio. Tanto te odio que llego a recaer en el te quiero. En mi forma de mirarte palpitante como gata que espera su pescado. 
Tanto, tanto, tanto, que lo notas. Y te gusta. Disfrutas. Me anhelas. Y me hundo en la almohada. 

Sales del cuarto de invitados y danzas hasta la sala de los momentos pasados. Como chiquillo en un castillo hinchable. Lo pasas bien. Me nombras una y otra vez. Y otra. Y otra. Y otra. Siento que me agotas, mis piernas flaquean, tiemblan ante tu imagen renovada. Te respiro fuerte antes de perderme. Aún te queda cuerda. Lo has vuelto a hacer. Te odio. Me engaño.

Otra noche más. Me arropo y sigues ahí. Como viento cargado de arena. Dame tregua, un respiro. Por favor. Sal de aquí. Recoge tu ropa, tu forma de caminar. Recoge tu boquita, tu beso en mi frente. Tu ternura al abrazarme. Vete de esta huérfana de caricias por parte de tardes, y parones de tiempo por parte de padre. Lejos. Allí donde estabas sumiso. Nunca hemos estado del todo de acuerdo, pero esta vez necesito de tu parte. Y doy una vuelta sobre mí misma. Me encojo. De nuevo la sensación de tenerte y saber cómo perderte. Nadie me puso al tanto. No me diste pistas. Apareces sin más, pellizcándome cada vez más tiernamente. Sonríes, con tu sonrisa número infinito. Esa que me congeló la vida en muchos momentos. Y te quedas tan duro. Tan marmol. Mirándome.
Y así me despierto. Con tu imagen tatuada en mis sábanas. Con tu olor escapándose por mi ventana. Has vuelto.

Me dueles. Te siento. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Mara

Pensar en ella como el sustento de mi corazón. Mi alimento de cada día. Por la que hoy puedo respirar y llorar. A la persona que más querré siempre. Pensar en ella como mi consejera. Sentir su calor cuando me voy muriendo poco a poco en multitud de tristezas. Soportarme. Levantarme. Amarme. 
Pienso en nuestras horas de admiración. En sus "sé de lo que hablo". Sus aciertos. Sus fallos. Mis ganas de tenerla. Saber que no podría olvidarla ni aunque la vida me fuera en ello. Sacudir su presencia en mí, exprimirla. Añorarla cuando no estamos cerca. Cogerle las manos y obligarla a que me acaricie el pelo. Consumirme pensando en el día que se apague la mitad de mi alma. Llorar sabiendo que no volverá a encenderse. 
No sabría a quien pedirle que no me faltaras nunca. Cambiaría mis días en este mundo porque tú tuvieras tan sólo uno más. 

Tengo esa sensación, esa tristeza que a veces nos pinza la espalda, la angustia de pensar en el futuro. En un futuro verídico. Donde se guardan todos los malos momentos que llegarán. Tengo de esos días. Tengo demasiado, y me sobra. No es algo que pueda regalar. No te lo puedo dar. Este cajón seguirá lleno de parones de tiempo. Abrazos. Ternura. Inteligencia. Tu olor. Tu carita. Tu profunda mirada. Tu voz. Tu forma de decirme que me quieres. Las veces que he fallado. Las cosas que no hemos podido remediar. Mi otro par de calcetines. Mis recuerdos. Los tuyos. Las penas compartidas. Los llantos a solas. Tus libros. Tu recitar. Tus canciones y mi forma de escucharte. Las cosquillas que te conseguía hacer en los pies. Toda la calma que me das. La fortaleza que desprendes. La felicidad que te hubiese gustado tener. Lo que no te he podido dar. Lo que me quede por decirte. Lo que me tengas que decir tú a mí. Las oportunidades que no hemos tenido. Las que nos han sobrado. Las que me faltarán sin tí. La manera de darme los buenos días y las buenas noches. Tus esperanzas. Tus sueños. Tu estudio de grabado. Tus ganas de verme crecer. La familia que tendrás. Que compartiremos. El amor que te darán. El que yo siempre te daré. El que me gustaría darte. El que en momentos me sobra y en otros me falta. 

Pensarte y quererte. 
Escribir sobre seguro que eres lo más inmenso que ha tenido mi vida. 













lunes, 10 de septiembre de 2012

Salado

Salir de ese antro.
Recorrernos pausadamente.
Oliendo la sal de un mar que hoy no probará la dulzura de tu cuerpo.
 Salta, que viene una ola.
Corre, espanta a las gaviotas.
Besa mi recuerdo, mi vestido claro, con detalles que hacen salivar tu boca.
Piénsame un ratito.








Hasta que las horas muertas resuciten.
 Y olvídame cuando llegues a las rocas.
 Cuando el camino de la playa te haya maltratado en este amanecer frío, semejándolo al de mis manos en diciembre. Tenme en cuenta cuando salga el Sol, porque sabrás que estaré esperando ahí donde se esconden los arcoiris.
Si sientes impotencia, llórame. Llórame este mar que tienes delante. Sube la marea. Intenta no ahogarte. Estaré detrás de este fuego que te consume.
Sin hogueras que valgan, no hay quema alguna que me haga desaparecer.

Estaré aquí.

 Atenta a todo lo que debería desatender. Midiendo tus huellas sobre la arena. Oliendo el mismo aroma salado que tienes tan pegado al alma.

Estaré aquí.

Mientras sientas cansancio. Recuérdame. Susúrrale al aire que te sientes solo.

Y ahí estaré.

Tan constante.
Tan efímera.

jueves, 6 de septiembre de 2012

Mi Vetusta

"Ya ves, lo que es, no es. 
No digo lo que digo, hago lo que no hago. Al revés, porque ser valiente NO ES SÓLO CUESTIÓN DE SUERTE.
AHORA ESTOY, AHORA NO. BAILARÉ HASTA QUE ÉSTO ACABE."

DISCULPAD MI OSADÍA.

Es tan cierto como que muchos atardeceres tarareo esta canción. Tan cierto como que el Sol me acompaña tocando la batería. Ni blues, ni comparsas. Dios mio, donde esté un buen significado, que se aparten todos los sonidos del mundo. Es esa canción y yo. La explosión, el movimiento, la expansión de un pensamiento. Estamos tú y yo en mi habitación, lentamente sucumbidos por el temblor de nuestros oídos, atentos al bombeo del corazón. La sangre fluye. Mis venas bailan, las tuyas cantan. La piel toma apogeo y en un arranque de querer destacar, se eleva y nos electrocuta por dentro. 
Y ahí nos ves, Señor, volviendo este instante un poco más eufórico. Memoriza estos segundos, porque no los volveremos a vivir nunca más. 

"No olvido los sueños, vuelvo a lo que no acabo. No perdí, no perdí, porque ser valiente NO ES SÓLO CUESTIÓN DE VERTE."

DISCULPAD MI OSADÍA

Vuelvo a gritarlo. Que el eco no es mi voz. Y así sobrevivo a infiernos internos donde Satán me espera con su calor. 
Aún no es el día. 
Apuntador,  deme la voz.













200.000 pesetillas

Hola mamá.
Sé que me estás leyendo a estas horas o por el contrario, no tardarás en hacerlo.
Hola papá.
Ya es la hora de tu copa de anís con dos piedras de hielo, mientras me intentas meter en ese mundo donde todo el mundo hace algo mal alguna vez.
Hola pecadores. Hola angelitos.
Un placer formar parte de vuestras bandas callejeras.
Hola mundo.
Especialmente hoy, has hecho un buen trabajo conmigo. Me has levantado con una sorpresa que ya arrastrabas de ayer y que me repercute muy satisfactoriamente en mi toma de decisiones de mañana. Gracias.

Hola tú.
Tú que no sé qué signo eres. El nombre no importa. Tú que quizá llegues a conocerme sin verme. Tú que tienes esa oportunidad o esa desdicha. Tú que puedes olvidarme, o pensarme cuando te entren ganas de otear una vida ajena a la tuya. O no tan ajena. Tú que compartes algunas de mis palabras. Tú que estás ahí. Sentado o de pie. Leyendo en voz alta o para tus adentros. Tú. Fuente de mis secretos. Ganas que sustentan  mis ganas de escribirte. Tú, próximo consejero al que no le atribuyo figura humana. Tú, que me eres tan imprescindible. Hola tú. Encantada de conocerte a través de mis párrafos.

¿Tú?
Una vida.













¿Yo?
La drogadicta de tus días.















miércoles, 5 de septiembre de 2012

LUNERA



Vosotros, cansados ya de las malas pasadas y de las jugadas perdidas que te regala la vida, vosotros, que decís estar desengañados en el rincón del sentimiento, obligados a aislaros para, cada vez, tener un mayor escudo, os digo a vosotros, y de paso a mí, que no somos más que la sombra de lo que deberíamos ser.
Cerrar unas puertas de esa manera, despreciando el aire nuevo que puede entrar por ellas, esquivando el viento que os podría refrescar las mejillas, revolver el pelo, quedarse a vivir allí, crear su propio cielo. Vomitando recuerdos no llegaremos a nada. Perderemos combates antes de haberlos luchado. Moriremos de sed aunque tengamos el vaso de agua a un solo palmo. 
Y os quedáis tan tranquilos. Tan mortales. Tan cristal. Tan sumisos.
Y vivís así. Con esas ganas de nada. Con la esperanza de un desesperanzado. 
Os atrevéis a llorar. A escuchar el repiqueteo de la lluvia en vuestra cabeza, añorando lo que podríais tener. Soñando con los ojos despejados. Sonriendo a una vida con él. A un paseo con ella.

No os llego a comprender. No me comprendo. 
Deberíamos abrazar los momentos que nos regalan las agujas de la Luna. La media alegría que nos envía desde allí arriba. Deberíamos mirarnos en el reflejo, levantar la cabeza, de una vez creernos que merecemos diferentes versiones de las que ya tenemos y no nos llenan por dentro. Que no nos hinchan. Que no nos completan tanto como despertarte cada mañana, cada santísima mañana, y pensar que hoy, puedes tener la opción de despertar en ti lo que ya creías perdido.



Y ahora os animo. Me animo. Me digo. Me, mi, confío. 

martes, 4 de septiembre de 2012

Copas bastante rotas

Hoy un buen amigo dijo, conversando de la vida, que él morirá por una coincidencia. Por un capricho del destino. Una casualidad tímidamente causada.
Es cierto, yo también lo creo.
La vida está repleta de cosas escritas. De silencios creados. De encontronazos forzados. De uniones recetadas por algún dios.
Os pongo el ejemplo con una película. Big Fish. El protagonista camina por la vida sin nada a qué aferrarse, pero entonces aparece ella. Una milésima de segundo. Una mirada a distancia. Y paf, algo dentro de él se acciona, empieza a funcionar el mecanismo de la lógica. "¿Por qué la he visto? ¿Por qué lo sé? Es ella. Ella es por lo que hoy tenía que estar aquí."

http://www.youtube.com/watch?v=rut54zrJojU

El destino y las coincidencias no son más que razones por las cuales nuestra moral aumenta eufóricamente para llevar a otro nivel algo que probablemente no tenías en cuenta antes. Siempre hay algo que te saca de la monotonía, de algunos sinsabores de la vida.
Es tan reconfortante creer en estas cosas, y que luego se demuestren... Hacerte creer que vives en un mundo que no comprendes y en el fondo saber que no se te escapa ni una. Que si hoy no me cruzo contigo, no me preocupo, sé que lo haré otro día. Que si hoy no lloro lo que debería llorar, sé que algo me recordará lo sucedido y por sorpresa, llore ríos. Que ayer piense en alguien, y a las tres horas esa persona se interese por mi existencia. Que me emborrache pensando que no se me subiría (ésta es a parte, porque es una realidad, no el destino, pero por aquello del comiqueo y del jujú jajá..) y acabar tirado en una esquina PERO con la persona que menos imaginabas que acabarías. Las buenas compañías conocidas al azar, que duran toda la vida.

Los milagrillos de la vida. Las oportunidades nacidas del vientre de una casualidad.










Re de recordar.

Vosotros que lo sabéis. Que tenéis cultura del asunto a tratar.

Cuando veis esos labios. La curvatura de su boca cuando hace un amago de sonrisa, que parece llevarte al mismo punto final del infinito. 
¿A qué os recuerda?
A mí a un granizado de naranja en el chiringuito de la playa Postiguet en Alicante. Por cada primer granizado   de ese chiringuito en verano, me sale ligeramente la primera sonrisa. Y ahí apareces.

Cuando os perdéis contando cada pestaña de sus ojos. Una tarde de otoño con crujientes hojas o cielos encapotados que en ellos se observa, dependiendo de su felicidad. El reflejo de su brillo en los míos, sin quererlo. Las ojeras que, raras veces, asoman por debajo de esas dos interrogaciones que hace plantearme el mundo tal cual lo conozco. 
¿A qué os recuerda? 
A mí a todas las veces que he escuchado esa canción de Extremoduro. Que me perdí en su letra. A ese "Si te vas...". Y ahí apareces.

Cuando todo el mundo habla y esa persona aguarda en silencio. Puntúas algo y lo sientes atento. Observas sin dirigiros ni tan siquiera una mirada, pero lo sabéis, sabéis dónde está vuestra cabeza aunque los ojos no concuerden con el destino del pensamiento. 
¿A qué os recuerda?
A mí a un juego. A "Apalabrados". Al nombre que me dio 60 puntos. A mi rojez al comprobar que dicha palabra tenía tanto significado contigo, como en el juego. Y ahí apareces.

Cuando ladea las manos. Esas manos firmes que tanto le ayudan a hacer lo que le gusta. Forman parte de su evasión del mundo. De su rincón de pensar, o bueno, de no pensar, aun no lo sé con certeza. Firmes como que un solo gesto, calma muchas cosas. 
¿A qué os recuerda? 
A mí a una película, Leyendas de Pasión. A Tristán y a sus caballos, a su doma y a su libertad. Se movía ágil, tanto en los fríos inviernos, en los suaves veranos o en las crueles guerras. Y ahí apareces. 

Aparece, y no se me borra. 
Lo intento y vuelvo a comprobar que es mejor recordar a querer conservar.


















Astillitas


Es un poco como las astillas de madera del asiento de un merendero. 
Se te clavan en lo más profundo de la piel si pasas la mano rápidamente por encima, y para sacarlas, debes tener valor y paciencia, porque sabes que de todas formas, haciéndolo cuidadosamente o no, verás las estrellas. 
Más o menos, ésto se puede aplicar a todo. Es dolor. Dolor por sacar algo que una vez estuvo dentro.
 Y el dolor sólo se cura (o eso dicen) con el tiempo. Es cierto, puede que el tiempo a veces nos de treguas, puede que en algunos momentos sea nuestro mejor aliado... pero, ¿la astilla?. Sigue ahí, atenta a que hagas un mal gesto y la notes, tan profunda en la piel, tan víbora, que vuelves a acordarte de ella. Y la odias por eso. Y te odias a ti por haber sido tan estúpido de no habértela quitado el día que lo tenías que haber hecho. 
Mi mano seguirá intranquila hasta que no me arranque ese hilo de madera. Seguiré quejándome. Vigilante de no hacer ningún movimiento que la vuelta a despertar. 
La gente suele concederse muchos tipos de dolor. Engaños. Desalientos. Despedidas. Encuentros que te golpean por la espalda sin atisbarlos. Amistades muertas, en las últimas o a medio morir. Peleas. Fraudes. Soledades. Malas compañías. Y si me pongo, el mundo que les rodea es un dolor. 
Mis dolores no van más allá de la pérdida de una parte de mi vida. De pequeñas formaciones que sustentan mi corazón. Personas que llevan tu sangre. Tú, que llevas la sangre de esas personas. Matices, momentos, conversaciones. Echar de menos una sonrisa, su sonrisa. Son astillas que nunca conseguiré quitar. Quizá tampoco quiera hacerlo. Quizá esas personas nos estén viendo desde ahí arriba, haya lo que haya y recéis a quien recéis. Quizá nos animen a quitarnos ESE DOLOR. Quizá sea la única situación donde, de verdad, tema por un sufrimiento puro. 
Con cosas así, vuestro dolor, que se despliega detrás de las ventanas, es menos dolor.













lunes, 3 de septiembre de 2012

Comenzando con ira.

Y decidme qué he hecho yo. 
Tan casta, tan pura. Sin molestar al personal. Vagabundeando en las vidas ajenas, a lo lejos, a kilómetros de distancia. 
Decidme en qué momento mis intenciones fueron malas. Y si lo han sido, ¿qué tipo de amiga soy yo? ¿qué concepto tengo de la amistad?. 

Pues bien. Hoy he tenido un percance. He pecado de estúpida. He abierto la boca más de lo debido. He dicho palabras con un tono tan coherente, limpio y sensato, que han repercutido en alguien de la forma equivocada. Qué ingrata he sido. Qué bien me siento. 
¿Cómo debéis veros moralmente si proporcionáis una información que solo tú sabes y que determinará los siguientes días de otra persona? 
Consejo. (Ahora es el momento en que cogen papel, chupan la punta del bolígrafo y comienzan a escribir) 
Nunca, NUNCA, salvo peticiones, le digan a una persona cuya máxima felicidad depende de la felicidad de otra persona, que vive en un mundo a parte, llamada burdamente "mentira cochina". Enloquecerán, llorarán, os darán de baja como amigos, borrarán vuestro número de teléfono y la vida que has pasado con ellos. 

Están locos. 
Y estáis locos si creéis, en mi caso particular,que le daría un ápice de esperanza a lo que en una relación ya está perdido y no tiene marcha atrás. La esperanza se conserva para entregarla a quien realmente merezca una segunda oportunidad. No has de malgastarla, porque no crece fácilmente. 
Para esos casos, en que uno no sabe por donde encarrilarse de nuevo, soledad. No hay otra. Soledad y puestas de Sol.