jueves, 29 de noviembre de 2012

Halo.

Es este frío con la tez tan oscura y el alma tan bastarda como para hacerme recordar presencias ausentes en mi.
Y es que esta intensidad torrencial me ablanda el pecho y lo vuelve maleable. Se me clavan las palabras no dichas a la vuelta de las esquinas donde solías estar y huelo incesantemente perfumes arrastrados por olas de tormenta, tan amoldados a ti, que confío en que sea el tuyo. 
El invierno me llora, empapado en cubos de lágrimas. Y es que nada es fácil en esta época.
Los árboles se vuelven tan rígidos como mis siete sentidos, devolviéndome a la realidad de echar de menos una vez más. 
Que es tan dulce el aroma de los copos de nieve como amargas las horas en las que no siento el Sol.
 Un punzante dolor el que encierra mi estómago oyéndote sutilmente debajo de una lluvia de estrellas en cualquier noche que pudo haber sido nuestra. Dolor por no ser perfecto. Por haber dejado de ser lo mismo para ti. Dolor en su soledad. Dolor del que huele. Dolor del que ahoga. Dolor del bueno, del artesanal, del de toda la vida.

Aquí me veis. Con una copa en la mano, brindando por lo que nos fue dado, y lo que nos quitamos de las manos comos hienas hambrientas. Aquí estoy. Demasiado témpano al contraste de un tiempo atrás, donde cualquier palabra salida de su boca, hervía en mi sangre como alma en convulsión.

Y es que este periodo me apuñala.
Este periodo tiene cierta hambre que solo los que lo han vivido, saben alimentar. 


jueves, 22 de noviembre de 2012

Mirarte cuando no te veo.


No puedo desdeñarte más tiempo del que me aporta la vida. Y es que me gustaría que comprendieras cuánto de ti queda en mí de este último naufragio. 
Digo último, porque desde que nos hundimos, no he vuelto a encontrar tripulantes tan valientes como los que teníamos abordo. 
Hoy recuerdo cuál fue la felicidad plena e incandescente que nos alumbraba cada día. Y es que éramos dos gatos en pleno anochecer, recorriendo sutilmente cualquier camarote maloliente, donde nos empeñábamos en encontrar nuestro consuelo nostálgico de calor y suavidad. 
Podía pensarte sin miedo a salir nadando en marea alta con bandera roja porque, digamos, eras algo más que un auxilio a ratos. Brindándome con tus dientes pulidos como esmeraldas, una de las curvaturas de tu boca, que radiante y tierna, me adormecía en mis sábanas.
Allí estuviste tú, cediéndome la manta de las frías mañanas. Y te reías por mis congeladas pestañas, mientras yo, aun con la escarcha en el alma, me dejaba querer. 
Me gustaba ser una más de tu tropa de marineros, y es que decías que el gorro resaltaba mis ojos, a la vez que me colocabas el mechón de pelo que ocultaba mi mejilla derecha, detrás de la oreja. Me gustaba estar en ese barco aunque cada mañana me levantase diciendo que quería bajarme. Porque sabía cómo acabaría el viaje. 


Iceberg.


















jueves, 15 de noviembre de 2012

I'm gonna get every time you spank the night

Vamos allá. Una vez más.





Esta gotita que me está volviendo loca se pasea sinuosamente por los recodos de tu boca. Merodea, ronronea, que sí, que no. Desciendes y desciendes como alma de alcohol incendiada en deseo. Óyeme, loca. Déjalo ya.

  Ese dedo índice que me enciende cuando señala la pierna entrecruzada que finge seguir en mi cuerpo sobre la butaca de un cuero tan cuero como tu piel. Que deje algo de piedad para este viejo bar donde nos engullen las horas, que deje en pie la barra que me juntará con tu Carpe Diem. Ven, gotita, ven.
Milímetro a milímetro me cierra las puertas del cielo mi ángel negro, con la cordura maniatada y desbordantes objetos de palpable tensión, con esa mirada grande y latente cerca de este cuello, huérfano de besos y noches encarnizadas entre tus botones de la camisa y mis tres pliegues.
Con estas ganas y este sin saber estar, recorro de arriba a la derecha, los alcoholes de esta perdición de olores, donde ganan como mejor disfraz del lugar, tu lujuria y mis otros seis pecados capitales. Pero sabes bien, canalla arrogante, que la medalla de oro te saldrá cara. Que hay dos ojos que trabajan a jornada completa, con alquiler incluido y cama doble, acostumbrados a huir de los ganadores de campeonatos, como tú.
Aunque estos ojos, a veces, piden asuntos propios.

Vamos allá, gotita. Una vez más.



domingo, 11 de noviembre de 2012

Tan nosotros.

Procurar mantenernos on fire.




Continuamos cambiando.
Y tú tan Sol y yo tan granizo.


Saltamos de un continente a otro en cuestión de segundos y me desnudas del mundo sin pretensiones ni complejos. 


Continuamos registrando.
Y yo tan recta y tú tan circunferencia.




Nos encontramos en los espejos de Asia y me llevas de la mano al mercado de Marraquetch para comerme los trozos de piel que tengo tostados. 


Continuamos esporádicos.
Y tú tan corazón y yo tan espina. 


Resbalando en las piedras del Tibet como niños que tropiezan por primera vez, para luego curarnos en el recoveco oscuro de la pared compartida entre nuestras ansias.


Continuamos esta víspera.
Y yo tan sábana y tú tan usado.



Y tú tan encrucijada y yo tan paloma.
Y yo tan embriagada y tú tan perfume.
Y tú tan animal y yo tan sirena.

Y ésto que nos pasa a ti y a mi por lo blanco de los ojos advirtiéndonos que nos anudemos al viaje.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Continúame la risa

A veces me canso del juego incierto
 de cansarme de tus manías, 
y de tanto cansarme, 
y de tanto jugar, 

las llevo conmigo cada día.

A veces imploro soledad 
mientras bailo a la agonía,
 y de tanto bailar, 
y de tanto agonizar, 

prefiero pensarte bebida.


A veces me aferro a esa canción 
que antes me dormía, 
y de tanto cantar,
 y de tanto soñar,

me levanto en carne viva.


A veces te sostengo en una mano
a ti y a tu sintonía, 
y de tanto sostener
y de tanto sintonizar


me siento tu niña querida.


A veces te anhelo 
como no muchos otros días, 
y no es que eligiera así mi alegría
y no es que la mejor forma sea sintiéndome herida


es que a veces,
 no me encuentro si no es con el roce de tu vida.