martes, 2 de octubre de 2012

Perchè mi manca il fiato

Hace un par de días, quizá un par de semanas, o tal vez unos cuantos años, fui esclava de esa ebullición que a los mortales más mortales de la Tierra, nos endulza el alma. 
Calmada y tierna mirada la que me encontré una noche. Mirada limpia e infinita. Llena de amistades. De un amor. De miedo a perder de nuevo. 


Lo vi en sus ojos. 

Y dos segundos más tarde, el azar quiso que se me grabara en la memoria. Quiso que te retuviera cerca. Escribiéndote novelas. Relatándote fechorías. Compartiendo vida. Pensándote por las mañanas. Extrañándote un rato.

Lo vi en su nariz.

Y tres segundos más tarde, oteando su esqueleto, llegué al lugar desde donde venía. Desde donde se perdía a instantes en mi juego hablado. Comencé a disipar su tenue brillo. 

Lo vi en su boca.

Y cuatro segundos más tarde sólo oía su risa. Su cuerpo apoyado en el tiempo y en la curiosidad. De nuevo un destello, de su mano sobre mi hombro. De mi ebriedad ante ese rincón de inspección. 

Ese día lo vi.

Y a menudo se pasea por delante de mi casa para entonar un "ey, no me olvides". A lo que yo siempre contesto "es más fácil que olvide mi nombre"





No hay comentarios:

Publicar un comentario