martes, 11 de septiembre de 2012

Mara

Pensar en ella como el sustento de mi corazón. Mi alimento de cada día. Por la que hoy puedo respirar y llorar. A la persona que más querré siempre. Pensar en ella como mi consejera. Sentir su calor cuando me voy muriendo poco a poco en multitud de tristezas. Soportarme. Levantarme. Amarme. 
Pienso en nuestras horas de admiración. En sus "sé de lo que hablo". Sus aciertos. Sus fallos. Mis ganas de tenerla. Saber que no podría olvidarla ni aunque la vida me fuera en ello. Sacudir su presencia en mí, exprimirla. Añorarla cuando no estamos cerca. Cogerle las manos y obligarla a que me acaricie el pelo. Consumirme pensando en el día que se apague la mitad de mi alma. Llorar sabiendo que no volverá a encenderse. 
No sabría a quien pedirle que no me faltaras nunca. Cambiaría mis días en este mundo porque tú tuvieras tan sólo uno más. 

Tengo esa sensación, esa tristeza que a veces nos pinza la espalda, la angustia de pensar en el futuro. En un futuro verídico. Donde se guardan todos los malos momentos que llegarán. Tengo de esos días. Tengo demasiado, y me sobra. No es algo que pueda regalar. No te lo puedo dar. Este cajón seguirá lleno de parones de tiempo. Abrazos. Ternura. Inteligencia. Tu olor. Tu carita. Tu profunda mirada. Tu voz. Tu forma de decirme que me quieres. Las veces que he fallado. Las cosas que no hemos podido remediar. Mi otro par de calcetines. Mis recuerdos. Los tuyos. Las penas compartidas. Los llantos a solas. Tus libros. Tu recitar. Tus canciones y mi forma de escucharte. Las cosquillas que te conseguía hacer en los pies. Toda la calma que me das. La fortaleza que desprendes. La felicidad que te hubiese gustado tener. Lo que no te he podido dar. Lo que me quede por decirte. Lo que me tengas que decir tú a mí. Las oportunidades que no hemos tenido. Las que nos han sobrado. Las que me faltarán sin tí. La manera de darme los buenos días y las buenas noches. Tus esperanzas. Tus sueños. Tu estudio de grabado. Tus ganas de verme crecer. La familia que tendrás. Que compartiremos. El amor que te darán. El que yo siempre te daré. El que me gustaría darte. El que en momentos me sobra y en otros me falta. 

Pensarte y quererte. 
Escribir sobre seguro que eres lo más inmenso que ha tenido mi vida. 













1 comentario:

  1. Desde el mismo instante que supe que estabas aquí, dentro de mi cuerpo, mezclada en mi sangre; mis mejores sentimientos, mis mejores alegrías, mis infinitas ansías de vivir se acrecentaron para dártelas a ti.

    De repente el mundo era distinto, mi mundo eras tú. Cambió de golpe el significado de palabras de las que antaño huí, para convertirse todas ellas en una sola: amor.

    Y te hablaba internamente al mismo tiempo que posaba los auriculares en mi tripa con la música que yo necesitaba, para que tú también la escucharas y notaba como su sonido, magníficamente cifrado, te relajaba en aquel habitáculo estrecho.

    Y sin comprender porqué, supe siempre, en lo más recóndito de mí, que serías una niña y ya te llamaba Aydana en mis soliloquios.

    Sentarme a tu lado para verte dormir, mirar tu carita sonriente siempre, escuchar ese idioma tuyo, tan particular contándome tus cosas, verte dibujar a todas horas estuviéramos donde fuere, llenaron mis días de la mayor y mejor felicidad.

    Y recuerdo ese insistente intento mío de hacerte comprender, cuando fuiste un poco más mayor, que para nosotras ponernos enfermas, estando solas, era un lujo y cómo lo entendiste, ¡tan pequeña!, y nunca te olvidaste de pisar el suelo calzada o no opusiste resistencia a abrigarte cuando salíamos a la calle en invierno.

    Mi mente está llena, Aydana, de tantas cosas hermosas que hemos vivido…

    Has crecido, mi vida y te has convertido en una mujer a la que admiro. Me enorgullece sentir tus valores. Reconocerte en tu solidaridad. Saberte fiel a tus principios, a tus amigos. Me asombra tu capacidad de empatía hacia quien te rodea. Y me llena de gozo poder seguir siendo, a pesar de esta distancia generacional, algo confidente, algo amiga...

    Y se me llenan los ojos de lágrimas y al tiempo el alma me salta de contento al saberme querida por ti. Y sobre todo, quiero que sepas que ser tu madre ha sido el mejor regalo que me ha dado la vida.

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